El pánico no se azara (2015) - Nanook El Ultimo Esquimal
julio 22, 2015Nunca había escuchado algo tan suciamente bueno.
No puedo evitar dos cosas en mis cotidianos viajes por la ciudad, en el transporte público; primero, no puedo evitar sentir odio y algo de repulsión por la ciudad en general, y segundo, sea lo que sea que vaya escuchando, me pregunto, si lo que escucho, o de todo lo que escuchado, o lo que escucharé, cómo serán los sonido, la música, las canciones más cercanas a una ciudad como Bogotá.
He tenido que recorrerla, como normalmente hago casi todos los días, y casualmente, recientemente también llegó para mí, "El pánico no se azara". Y, por fin encontré la música que mejor encaja para la ciudad. No, no tanto como una insignia, sino como un simbolismo que representa mi visión de esta ciudad. Tampoco es porque el grupo también "pertenezca" a Bogotá, no. Creo que si este mismo álbum, con estas mismas canciones, con esta misma música, fuera de... Timbuktu, igualmente se acoplaría perfectamente a como debe sonar la urbe.
Es decir, es la representación sonora de mi visión. Es como si cada escena, vista, vivida, y creada en y por la ciudad, fueran los videoclips de cada una de las canciones del álbum.
Decir, cómo suena o debe sonar la ciudad, puede tener dos (y hasta más) perspectivas, la física, es decir como realmente suena; por las sirenas, pitos, gritos, alarmas, motores, etc. y la perspectiva de cómo se puede representar; Nanook, ha intepretado y representado su notable inspiración, la ciudad. Sí, por obviedad, (bah) pues, hasta se nombran calles y direcciones bogotanas. Sin embargo, lo que digo, esta representación sonora de la ciudad, no es únicamente por lo más obvio del álbum.
Creo yo, así como este álbum, suenan, o más bien, así son las urbes, agitadas, fuertes, pesadas, densas, muy explosivas. Llegan, incluso a perder sentido, y a hacer que nosotros también lo perdamos, logran ser tan pesadas a veces, que pueden llegar a incomodidad, a agotarnos, incluso llegan a ejercer tanta influencia, que ni siquiera podemos darnos cuenta de lo que hacemos. Las ciudades como este álbum, no son para débiles. Sin embargo, las ciudades, las urbes, las metrópolis, tienen dos caras, lo que ya mencioné, y la cara 'amable'; el lado, que nos es sencillo de ver, de encontrar o de escuchar, ese lado que personalmente debemos encontrar, para evitar la pesadez, y la densidad de la ciudad, hallarle el gusto. Y en cuanto lo hallamos, (niéguenlo), la ciudad, se convierte en algo adictivo, en un círculo vicioso algo deformado, cada vez más y más ancho, en ocasiones, vicio que se convierte en una larga e infinita línea.
Así de cerca, (incluso más), esta "El pánico no se azara" con la ciudad. Cada riff enérgicamente poderoso, ruidoso y dañino, es recorrer visualmente una escena de un 'habitante de la calle', indigente absorbiendo un tubo de pegamento, cada frase ilustra, (no literalmente), el amor entre un puta y su cliente, cada golpe de batería es cada golpe de un policía con su macana, bolillo, etc. Sin embargo, y no sé por qué, cada canción es una inevitable influencia a soportar la ciudad, pero a la vez decirle, "maldita ciudad que estanca, te amo".
El asco, lo fuerte, lo horrible, la pesadez sonora, (si estomacal también), el odio, la ira, el desprecio, y lo desagradable, nunca fue tan adictivamente bueno.
Al finalizar el álbum, el sentimiento es casi indescriptible, es una caída total después soportar, incluso disfrutar, y repetir varias veces toda esa turbulencia, el agite, la fuerza, y energía, llega, ese último corte que te lleva a una confusión total y una literal decadencia, a una especie de "des-musicalización", así, como hundirse en lo más profundo y deshumanizaste de la ciudad.
Bienvenidos a mis oídos llenos de cera. Escuchen y lean.
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3 - Lou, Candy y Lisa
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A muchos les agrada ese espectro citadino, ¿no?
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